Vecina del frente poniendo un piyama

Una mamá cambiando a su hijita en el edificio del frente. Sin cortinas, pura luz, la nenita desnuda subiendo los brazos bien para arriba para dejarse poner el piyama.

El olor de una pescadería que estaban limpiando de noche cuando pasé. Y las botas blancas de los que limpiaban.

El bostezo contagioso de una chica toda vestida de negro que paseaba su perro.

Charla con mi portero en el baño

Dos pelirrojas riendose fuerte y charlando de más con el cajero de un banco, en el aeropuerto. Yo apuradísima en la fila, esperando. La más bajita tenía un pañuelo de todos colores en la cabeza.

El lunar/verruga del remisero. En el cuello, del lado derecho. Yo trataba de no mirarla pero siempre me olvidaba. Porque me cuesta eso de hablar con los choferes por el espejito retrovisor, como hacen ellos. Yo les hablo mirándoles un pedazo de la cara, hasta que tarde me acuerdo que me están mirando por el espejito.

Una paloma que me miraba por la ventana mientras comía mi combo de Mc Donalds. El cielo bien oscuro. De repente en una parte se corrieron las nubes y apareció el sol. Quedó un color rarísimo, de nubes oscuras y edificios iluminados por el sol. Y la paloma se voló.

La charla con mi portero. En el baño de mi departamento, él arreglando la mochila de mi inodoro y yo de cuclillas en el piso, mezclándole un pegamento con una espátula. Se murió la señora del lado. Yo de repente con la mano en la boca, como en las películas. Entre asombrada y triste, por más que no fuéramos cercanas. Pero era tan joven!! No, cumplió 53. Por eso, super joven! yo todavía con la mano en la boca. Y bueno, es la vida dice él. Hay que tenerle miedo a los vivos nomás.