De repente yo estaba subida a una escalera de pintor, al penúltimo escalón, metiendo la mano entre bolsas y bolsas con zapatos, llenas de polvo de años. Una mezcla de alergia y vértigo, pero con una meta clarísima: encontrar las botas que le había dejado al zapatero hacía un año.
Cuestión que llegué y le expliqué, vengo a buscar unas botas pero no sólo perdí el papelito, sino que ya pasó un año...habrá chances?? y...ya pasó tanto tiempo, está difícil. Mire, si me deja pasar creame que las encuentro. Y así entré al mini cuartito atrás del mostrador, con cueros, máquinas, zapatos y zapatos. A dónde busco? y...ves allá arriba? sobre esa tabla? bueno ahí esta lo antiguo. Pero está inmundo. Ud. me ve así vestidita pero en dos segundos estoy allá arriba, usted nada más tráigame una escalera.
Ahí estuve un rato largo, él iba y venia atendiendo clientes y cada tanto aparecía. Después se subió un rato él y sacó unas parecidas...mmm no son. Qué numero sos? 36/37. Bueno, probate. Así que me senté en un banquito con almohadón de colchas y me probé...distintas a las mías, las mías eran mejores, pero zafan ehh. Ya tenían dos años ahí (ni pensar que tenían algún indicio de moda, al igual q las mías). Bueno, me las llevo. Así que partí con botas ajenas, de otra colgada que capaz se fue a vivir a otro país de repente y se olvidó de sus botas.
Y Pablo el zapatero en sus tiempos libres pesca. Tiene ahi su bolsito con el equipo. Es lo más mi zapatero, en estos días paso a tomar mates.
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